Aunque hay muchas funciones del lenguaje, su función principal es comunicar. Y, aunque parezca una tarea sencilla, no es nada fácil que el mensaje llegue tal y como el emisor quiere que llegue. Son muchos los factores que afectan en la comunicación, y, debido a ellos, muchas veces el mensaje no llega al receptor, sino que es interrumpido, o llega solo alguna parte de él.
Por ello, es necesario conocer el lenguaje y sus mecanismos para conseguir una comunicación eficaz. El estudio del lenguaje se centra sobre todo en dos disciplinas, y hoy hablaremos de una de ellas: la pragmática.
Índice
¿Qué es la pragmática?
La pragmática es la disciplina que estudia el lenguaje en relación con el contexto y sus interpretaciones. Es decir, lo que va más allá de las palabras y tiene más que ver con las personas que interactúan.
Por tanto, cuando queremos emitir un mensaje, no sólo tenemos que ver cómo es este, sino otros muchos factores que también están dentro de esta cadena. Existe una brecha entre lo que se dice y aquello que llega, y esta es muy fácil de reducir, si sabes cómo. Además, esta brecha se agranda mucho cuando hablamos de un entorno digital, ya que, como hemos comentado en otros posts como el de la importancia de las negritas, el tipo de lectura que se realiza en internet no es la misma que en un libro, ni la atención es la misma que en una conversación hablada. Por eso, aunque nuestro mensaje sea claro y conciso, debemos tener en cuenta que no solo dependerá de eso que el mensaje llegue como queremos y tenga el impacto que buscamos.
¿Por qué es útil para mi empresa?
Cualquier negocio busca tener un impacto concreto en los oyentes/lectores cuando hace publicaciones o publicidad o, en general, cuando quiere comunicarse con su público. Por tanto, tener unas nociones básicas de pragmática puede conceder grandes beneficios a tu empresa, pues saber cómo funciona el lenguaje hará que puedas revisar el impacto que tienes sobre tus lectores tanto puntuales como periódicos.
¿Qué debo saber acerca de la pragmática?
Así que, ahora que conocemos qué es la pragmática y su importancia en las transmisiones de información, veamos cómo puede ayudar a tu empresa.
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Conocimiento del mundo común
Para empezar, es fundamental que el oyente/lector conozca de qué estás hablando. Por eso, aunque a veces demos por hecho que hay cosas que se saben porque nosotros las conocemos, es muy importante dedicar un pequeño espacio a explicarlo detalladamente para que cualquier persona pueda entenderlo. Un ejemplo muy sencillo que se da continuamente es el uso de anglicismos. Habitualmente podemos encontrar muchos anglicismos en páginas web, y, aunque nosotros los conozcamos porque es nuestra zona de confort, porque trabajamos sobre esas palabras, o porque las hayamos estudiado, es muy importante que añadamos su versión en castellano o su explicación o definición al lado, ya que, por el contrario, podemos hacer que los lectores pierdan el interés por no saber de qué estamos hablando.
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Intencionalidad.
Este es quizá el punto más clave que vamos a tratar, pues es fundamental que tengamos claro cuál es nuestro objetivo en cada mensaje que emitimos. Aunque el lenguaje que utilizamos sea claro y conciso, se pueden extraer conclusiones erróneas de aquello que tratamos de decir. Por ejemplo, no se nos ocurriría intentar vender un producto de nuestra web utilizando esta expresión: “Cómpralo si te atreves, y verás” porque entendemos que eso puede asemejarse a una amenaza, aunque en realidad, si solo nos fijamos en el lenguaje usado, no esté diciendo eso.
Eso se denomina implicatura, es decir, aquello que se extrae de las palabras que usamos pero que no está de manera explícita. Y, de hecho, esto también puede ser una ventaja. Podemos usar las implicaturas para conseguir dar a entender algo, o decirlo entre líneas, sin dejarlo por escrito, y es una técnica de marketing que se usa mucho.
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El principio de relación.
¿Qué es esto? El principio de relación forma parte de una teoría pragmática de Grace, que establece la importancia que tiene decir lo necesario, sin excederse. Es decir, que aquello de lo que hablemos tenga un hilo conductor y una relación entre todas sus partes, ya que, sin ello, lo que conseguiremos será que el lector pierda todo el posible interés en nuestro contenido.
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Evitar ambigüedades.
¡Esta es una de las partes más complicadas! Hay muchísimos tipos de ambigüedades y, aunque creamos que es muy fácil no cometerlas… debemos tener cuidado con ellas. A veces, estas se dan debido a la organización de las oraciones. Pese que en algunas ocasiones el orden de los factores no altere el producto… en el lenguaje no acostumbra a ser así. Por otra parte, ¡cuidado con las palabras polisémicas! Este tipo de palabras es muy común y a veces muy útil para hacer juegos de palabras, por ejemplo. Pero en otras nos pueden jugar una mala pasada ya que, si no especificamos, podemos confundir al lector.
De hecho, esta última parte fue la que nos animó a realizar este post. Enviamos un cuestionario a uno de nuestros clientes para crear unas publicaciones para redes sociales, en este caso el cliente era un centro de deportes de invierno y el cuestionario era para sus deportistas. En una de las preguntas les preguntábamos por su estación favorita y… aunque nosotros nos referíamos a la estación del año (primavera, verano…) ellas nos respondieron sobre su estación de esquí favorita. ¿Tú que hubieses respondido a esa pregunta?
¿Conocías todas estas características de la pragmática? Ahora que conocemos qué es la pragmática y en qué puede beneficiarnos… ¿cambiarás alguna de las rutinas de escritura que ya tienes adaptadas? Desde coMsentido, esperamos que te haya sido muy útil este post y… nos vemos en el siguiente.